Muchas veces oímos hablar de la “flora intestinal” para referirnos a los microorganismos que tenemos en el intestino. Sin embargo, no es correcto. Recurriendo al origen de la palabra, el término “flora”, procedente del latín, alude a Flora, diosa romana de flores, jardines y de la primavera.
Es cierto que en la primera clasificación conocida (Carlos Linneo, 1707-1778) todos los seres vivos eran plantas o animales, pero eso fue hace mucho tiempo. Actualmente, la clasificación es mucho más exhaustiva y como consecuencia el término correcto para nombrar a una población de bacterias o microorganismos es microbiota.
Los seres humanos tenemos grupos de bacterias en diferentes partes de nuestro cuerpo: en la superficie y en las capas más profundas de la piel (microbiota cutánea), en la boca (microbiota oral), en la vagina (microbiota vaginal) o en el intestino (microbiota intestinal). Alrededor de 10.000 especies microbianas celulares habitan en nuestro organismo. De hecho, el devenir evolutivo ha hecho que, sin ellas, no podamos vivir.
Entre sus funciones encontramos:
- Exclusión de patógenos: Competición con los patógenos por nutrientes, secreción de metabolitos con acción antimicrobiana, aumento de la función de la barrera intestinal, etc.
- Estimulación del sistema inmunitario: activación de células presentadoras de antígeno, aumento de la producción de IgA local y sistémica, etc.
- Funciones metabólicas: degradación de polisacáridos, producción de vitaminas (K, E, nicotinamida (B3), cobalamina (B12), etc.
Así que no os de miedo sonar repelentes. El que la llame flora, que lo corrija. Y es que por muy positiva que sea una persona, casi seguro que no tiene flores en su interior.
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